Rita Plancarte, humilde y audaz

Por Soledad Durazo

Dicen que es de gente bien nacida, ser agradecida.

Y con esa actitud empezó ayer su discurso la Dra. Rita Plancarte como Rectora de la Universidad de Sonora agradeciendo la designación que sobre su persona hizo la Junta Universitaria pero también reconociéndose depositaria de la larga lucha por la equidad y de la herencia de decenas de mujeres y hombres que moldearon su ética de trabajo y forjaron en ella la certeza de que la igualdad de género no es una concesión sino un derecho.

Rita Plancarte llega al cargo respaldada por su trayectoria de más de 30 años en la Institución, con credenciales suficientes no solo en lo académico sino en lo personal; es una mujer que se ha ganado el cariño y el respeto de sus pares quienes entre sus cualidades le otorgan la de saber escuchar y no imponer ideas.

Llega en un momento trascendente en el que desde lo político se instaura un nuevo gobierno del estado para el que la Universidad de Sonora representa un núcleo importante y que muy probablemente entre sus primeras acciones se encuentre impulsar la renovación de la ley que rige al Alma Mater; en una época marcada por la pandemia con todo lo que ello implica y para lo cual deberán diseñarse nuevos esquemas y afinarse los existentes para dar cabida a las formas que la realidad exige pero además esto posibilita de alguna manera, la implementación de modelos que facilitarán que más estudiantes desde su lugar de origen puedan cursar su carrera a distancia.

Creo que el perfil que ha pulido desde su formación humanística la nueva Rectora, será un atributo importante para atender con sensibilidad la demanda que particularmente y a sus casi 80 años de existencia, esta época exige a la Universidad de Sonora; una época que ha venido a recordarnos la importancia de las relaciones humanas, que nos ha obligado a vernos más como entes que como cifras; que ha puesto a prueba nuestras emociones y que nos enfrenta en mayor o menor medida, con la complejidad que cargamos como individuos.

Humildad y audacia, son los atributos que confiesa, le han impulsaron a buscar y lograr ser la primera mujer al frente de la Universidad de Sonora:

“Nada engrandece tanto la voluntad y la energía de una persona como el deseo de hacerse digno de la misión que se le ha confiado; por eso he aceptado el cargo con humildad, pero también con la audacia necesaria para cumplir con un deber que nadie me impuso, que yo escogí libremente, sin presiones, sintiéndome capaz de encabezar un proyecto de consolidación institucional y de ajustes de la estructura universitaria”. Transcribo completamente esa idea porque habla de humanismo sí, pero también del empoderamiento que ha alcanzado la mujer. Estamos pues ante una era en que las féminas desde la trinchera en la que nos encontremos, debemos procurar honrar lo heredado de tantas luchas, abonar con firmeza el presente y en consecuencia seguir pavimentando para el futuro de las nuevas generaciones.

Enhorabuena pues y que realmente sea esta una época de convergencias y no de diferencias.